Cartonera



la alfombra de adoquines es gruesa y dura
me acuesto sobre ella y me aropo con el frío
bastantes años pasaron y aún
la humedad se cuela por todas partes
como una invación de hormigas invernales
que huyen por todas mis partes en mi cuerpo
clavando el frío en pequeños puntos
como agujitas incómodas e interminables
la lengua hinchada y caliente de bencina
dice A para sacar el fuego que me sube
por la garganta
contemplo la nueva Posta Central
con mi frazada gruesa
y mis lentejuelas tibias
brillantes como estrellas en mi plato nocturno.

La calle tiene mi nombre
duermo en sus intersecciones más sombrías
perros se acicalan a mis pies
se enrollan y enrollan eternamente
como un cojin de pulgas
pelos patas y narices
si esto es situacion de calle
todo el mundo está en
situación de tránsito
hacia dónde -me digo-
el tiempo se detiene
más bien se nos vino encima
porque seguramente tengo cuarenta
y pareciera un siglo.

la fétida muerte viene enganchada
de las hélices de septiembre
un palo cualquiera me espera
en el sueño
una botella debajo de mi almohada
una pelea para entrar en calor
caminatas para calentarme
mientras convierto el cartón en comida
mientras transformo el cartón
en otras cosas.


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